Willy Combe de F-27: “Ojalá que se haga una investigación seria”

Nicole Vásquez CubaHan pasado 27 años de la tragedia más grande que el fútbol peruano pudo haber sufrido. Aquel 8 de diciembre de 1987 ocurrió el fatídico accidente del Fokker que traía de Pucallpa a Lima al plantel aliancista y que se precipitó a las oscuras aguas del mar de Ventanilla.

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No olvidan a potrillos.
No olvidan a potrillos.

Nicole Vásquez Cuba

 Han pasado 27 años de la tragedia más grande que el fútbol peruano pudo haber sufrido. Aquel 8 de diciembre de 1987 ocurrió el fatídico accidente del Fokker que traía de Pucallpa a Lima al plantel aliancista y que se precipitó a las oscuras aguas del mar de Ventanilla.

En total fueron 43 víctimas, entre fallecidos y desaparecidos: 16 futbolistas, seis miembros del comando técnico, cuatro dirigentes, ocho barristas, tres árbitros y seis tripulantes. 

El entrenador era Marcos Calderón, el técnico campeón de la Copa América del 75, y de la selección del Mundial 78. 

La imagen del equipo se llamaba José Gonzales Ganoza, le decían “Caíco” y oficiaba de arquero. Fue tres veces campeón con la blanquiazul. 

Y la figura no era otro que el “Potrillo” Escobar, entonces la máxima promesa del balompié peruano.

La herida aún sigue abierta, y Willy Combe no encontró mejor manera de hacerles un homenaje que presentando una película, F-27, que acaba de ser estrenada en todas las salas del país. él es el productor de la cinta.

—¿Qué es lo que pretendes con la película?

−Que esto vuelva a salir a la luz después de 27 años, esperamos que pueda levantar polvo y que por fin se pueda hacer una investigación a profundidad. No puede ser que encuentren a Orellana y no puedan encontrar a (Edilberto) Villar (piloto del avión, único sobreviviente) después de 27 años, me parece absurdo.

—¿Qué tan difícil fue convencer a los deudos de que intervengan en esto?

−La verdad es que la Asociación de Deudos prácticamente ya no existe; pudimos tener acceso muy limitado con algunas personas, por eso que en la película no tocamos nombres de jugadores. 

EL TÍO QUERIDO 

El actor Óscar López Arias interpreta en F-27 a un periodista, pero su papel abarca más que eso, pues era sobrino de Orestes Suárez, el médido del equipo que falleció en la tragedia de Ventanilla.

—¿Creen que han conseguido con esta cinta homenajear a los caídos?

−Sí, y voy a repetir la frase que dije hace un tiempo: “Los ‘potrillos’ están muertos, pero no olvidados”. Y de eso se trata.

—¿Cómo te sentiste contando una tragedia que fue muy cercana para tu familia?

−Mi tío era el doctor Orestes Suárez, que falleció en el Fokker. Yo tenía 10 años y claro que me chocó. Además, movilizó a toda mi familia porque era algo que, sin duda, nadie esperaba. Es un hecho que no podemos dejar atrás, eso resultó una motivación extra para ser parte de esta película. 

TIENE LOS AUTÓGRAFOS

 “Lo anecdótico, antes de la tragedia, es que estos muchachos se fueron a distraer a una tienda donde trabajaba mi mamá, ella le pidió autógrafos con mi nombre y luego cotejando, tengo los autógrafos de todos los caídos”, sostuvo Jovan Tomasevich, el cantante y autor del soundtrack que musicaliza la película F-27.

EL POTRILLO ESCOBAR

Víctor Arrunátegui A.

 Luis Escobar era uno de los íconos de la generación de futbolistas jóvenes que pereció en la tragedia aérea del Fokker. El accidente se llevó a la totalidad de jugadores que viajaron a Pucallpa, el comando técnico, médico y auxiliares de Alianza Lima, además de un árbitro y un juez de línea, el 8 de diciembre de 1987.

Escobar fue bautizado con el apelativo de “Potrillo” por la similitud en su forma de correr. Su sello inconfundible fue utilizar sus inolvidables tobilleras blancas.

En el cuadro íntimo, además, le decían “Figurita”. Cuando la muerte tocó su puerta apenas tenía 18 años.

EL ESTUDIO PRIMERO

Su mamá, Carmen Aburto, contó detalles poco conocidos del “Potrillo” a la web www.alianza.tv.

“Yo nunca era de risas con mi hijo, era una cachaca. Yo solo me dedicaba a mirar. Lucho me dijo que quería ser futbolista y le dije que mientras no me traigas un título, no. Me estuvo paseando. Le decía que el fútbol dura diez o 12 años como máximo. Ah, eso sí, me traía buenas notas”, precisó.

Su rostró cambia cuando se transporta al 8 de diciembre de 1987 y habla de la fortaleza que ha tenido para sortear este calvario.“Fue un dolor fue fuerte, que sigue aquí dentro a pesar del tiempo, pero gracias a Dios puedo seguir viva. Otras madres no lo lograron, como el caso de la señora Hella Aíta (mamá de Alfredo Tomasini). Me estaba volviendo loca. Venía para decirme que mi hijo estaba vivo. Yo nunca supe qué pasó con mi hijo y estoy resignada a morir sin saberlo”, se lamentó.

SU MEJOR AMIGO

Carmen Aburto recuerda, asimismo, que el mejor amigo de su hijo no fue otro que Roberto Martínez, que jugaba en la “U”.

“Venía a la casa con su carro rojo grandazo. Yo le decía que no quería ‘gallinas’ en mi casa. Mi hijo me dijo que eran enemigos en la cancha, pero fuera de ella, patas. Bailaban juntos, chupaban juntos”, culminó. 

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