Ni candy ni lady: Malas palabras

Suelen pasar inadvertidas, están normalizadas y son creencias populares. Son solo palabras, pero cuando están juntas y resuenan pierden la inocencia de su forma para convertirse en palabras perniciosas; las decimos sin la conciencia del daño que ocasionan.

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Las innumerables mujeres víctimas de violencia física, psicológica y de acoso callejero coinciden en el mismo punto: cuando van a denunciar reciben más golpes, solo que verbales. Se les hace preguntas y cuestionamientos sobre la posibilidad de que la víctima sea quien provocó el ataque. Lo único cierto es que, así como nuestras autoridades, nosotros también somos parte del gran problema. Usted, yo y el vecino de enfrente usamos a diario palabras que victimizan a otras mujeres.

Por estos días en nuestro país se está gestando un cambio social que busca justicia, igualdad de oportunidades y sensibilización del sistema ante la violencia de género. Las mujeres rechazamos el machismo y la misoginia de la que hemos sido víctimas durante años, por eso la multitudinaria marcha ciudadana Ni Una Menos ha sido la muestra simbólica del inicio del gran cambio. Pero este cambio debe empezar de la individualidad, de la toma de conciencia personal y del quehacer cotidiano de cada uno de nosotros. 

Las palabras cargadas de machismo son también una forma muy sutil de ejercer violencia contra las mujeres. En apariencia son inofensivas, las normalizamos en nuestro discurso y luego se convierten en verdad. De esta manera con frases que subsisten en nuestro imaginario popular colaboramos para que la brecha entre hombres y mujeres se haga más notoria.

Estas malas palabras se respiran a diario en la casa, el trabajo, la calle, en el metropolitano y en todos los espacios públicos. De hombres a mujeres; de mujeres a hombres y de mujeres contra otras mujeres. Son muchas formas en las que el machismo se expresa y se propala de generación a generación y las mujeres no estamos exentas de culpa en ello. 

Frases como: por qué no eres más femenina, consigue un hombre para que seas feliz, aprende a cocinar para que cuando te cases tu marido esté bien atendido, las mujeres no se expresan así, el fútbol es cosa solo de hombres,  ese no es lugar para una dama, cuando le dicen candy a una mujer por tener varios enamorados, cuando te dicen ilusa por creer que el hombre correcto no se fijaría en ti por tu pasado, cuando te dicen que busques un buen partido para que te asegures el futuro; pero sobre todo cuando te dicen LOCA por quejarte de algo que no te gusta. 

Las malas palabras están escondidas en el discurso de rutina y asolapadas en nuestra mente; son muestra viva del machismo. Es momento de tomar conciencia para lograr vivir en una sociedad que nos brinde –a hombres y mujeres– igualdad de oportunidades.