Juan XXIII, el Papa bueno

Ciudad del vaticano. Juan XXIII (1958-1963), elegido para ser un pontífice de transición, se convirtió en un Papa revolucionario al convocar el Concilio Vaticano II y en el “Papa Bueno” venerado por los fieles.

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En la plaza de San Pedro se canonizó a Juan Pablo II y Juan XXIII. Miles de fieles acamparon.
En la plaza de San Pedro se canonizó a Juan Pablo II y Juan XXIII. Miles de fieles acamparon.

Ciudad del vaticano. Juan XXIII (1958-1963), elegido para ser un pontífice de transición, se convirtió en un Papa revolucionario al convocar el Concilio Vaticano II y en el “Papa Bueno” venerado por los fieles. 

Hoy llegó el reconocimiento que muchos venían pidiendo desde su muerte el 3 de junio de 1963. 

La muerte del Papa Angelo Roncalli fue acompañado de un intenso fervor popular que pedía su proclamación como santo, pero su causa de canonización se fue quedando atascada en la llamada “fábrica de los santos”. 

El 5 de julio de 2013, el Papa Francisco también decidió canonizar a Juan XXIII, sin que se estudiase un segundo milagro por su intercesión. El milagro aprobado para la beatificación de Juan XIII fue la curación de una gastritis ulcerosa hemorrágica de la monja Caterina Capitani en 1966. “Era un hombre capaz de transmitir una paz natural, serena y cordial”, señaló Francisco al hablar de Roncalli. 

EL DÍA DE LAS 4 PAPAS 

En tanto, en la madrugada de hoy se realizó la ceremonia de canonización de Juan Pablo II y Juan XXIII en la Plaza de San Pedro. Por primera vez en la historia de la Iglesia dos papas, uno en plenos poderes y otro jubilado, concelebraron la misa en la que fueron proclamados santos otros dos pontífices, en una jornada que ya se ha conocido como el “día de los cuatro papas”, a los que une el Concilio Vaticano II. 

Francisco canonizó a Juan XXIII, el “Papa Bueno”, y a Juan Pablo II “El Grande”, como son ya conocidos, ante más de un millón de personas en una ceremonia a la que asistió Benedicto XVI. 

Después de ser canonizados, fueron llevados hasta el altar las reliquias de los santos, una ampolla de sangre en el caso de Juan Pablo II y un pedazo de piel de Juan XXIII, desprendido durante la exhumación. 

La capital italiana vivió una jornada histórica, miles incluso acamparon desde el viernes para no perderse este hecho histórico en la vida de la Iglesia. 

La ceremonia fue transmitida por televisión en alta definición y en 3D. Fue una fiesta de la fe.  

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