El amor en los tiempo del smartphone

Mónica Cabrejos habla sobre las relaciones, el amor y nuestros queridos smartphones.

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El amor, los sentimientos y los smartphone
El amor, los sentimientos y los smartphone

Hace dos décadas tener un teléfono celular era un lujo impagable para cualquier ciudadano de a pie como esta columnista o como usted estimada lectora. 

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En la actualidad hay más de 30 millones de líneas celulares activas en el Perú, que se han convertido en un accesorio vital para la mayoría. Hombres y mujeres trabajan, socializan, se entretienen, divierten y se enamoran gracias a la tecnología. Justo en ese último punto me quiero detener. 

La tecnología nos ha absorbido al punto tal que ahora el enamoramiento, el romance y el galanteo es virtual; las sonrisas, los coqueteos y hasta las rosas se reciben a través de la pantalla del teléfono. Quizás por esta razón cada vez es más difícil mantener una relación romántica estable y duradera porque las redes sociales, las aplicaciones de citas y el chateo constante van distrayéndonos de la vida real. 

Hace algunas semanas una amiga me consultó sobre el aterrador hallazgo que hizo en la bandeja de entrada del correo electrónico de su pareja. Un video XXX de su novio con otra, material que, según ella, fue enviado del mismo teléfono de su amado con quien ha mantenido una sólida unión por más de diez años. Aún dolida por la sorpresa y la decepción le pregunté: “Querida qué hacías husmeando en el teléfono de tu novio”, sin dejar de divagar entre sus razones ella respondió: “Solo entré por curiosidad”.

En este punto de la modernidad más parejas se pelean, molestan y distancian por culpa de las redes sociales. Facebook, Instagram y WhatsApp son el puente perfecto para desestabilizar la más estable de las relaciones. Los inbox, los likes y la misteriosa lista de contactos son motivo de desconfianza y ni qué decir del doble check azul o la última hora de conexión del WhatsApp pueden llegar a ser prueba de infidelidad para una celosa. 

Ahora si hablamos de las App para citas es aún más amenazador. Por ejemplo, Tinder es un catálogo de oportunidades para encuentros, pues son aplicaciones que se descargan en el teléfono donde con un súper like o un match te presentan con tu pareja recomendada –de acuerdo a las exigencias de ambos– para ver qué sucede. En Happn, te ofrecen la segunda oportunidad de contactar con alguien que te cruzaste por la calle, siempre y cuando esté registrado.

Ir de paseo virtual por estos sitios es expectante para algunos y aterrador para otros. 

En mi caso –cada paseo por estos portales– me resulta desalentador pues lamentablemente me he encontrado con varios conocidos que están felizmente comprometidos. Sin embargo, hay muchos solteros en busca de conocer gente agradable, otro poco –muy escaso– están buscando a esa persona especial y muchos tentando sexo ocasional sin complicaciones. 

La amenaza siempre continúa con la tentación de revisar el time list de las recientes conversaciones por morbo y curiosidad.

Quien esté libre de pecado que entregue la clave del teléfono. Usted, ¿se atrevería?

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