Mónica Cabrejos hace un llamado al empoderamiento femenino

Es un hecho palpable que el sistema social ha sido diseñado para que funcione a conveniencia de los varones; pues si esto no fuese así la discriminación y la violencia de género no serían temas de agenda internacional urgentes. 

La posibilidad de cambio radica en el empoderamiento femenino. Al escuchar una frase tan potente, la primera idea que se nos cruza por la cabeza es una mujer ataviada en un vestido de látex negro –látigo en mano– sometiendo a un hombre, pero el empoderamiento femenino es un concepto mucho más profundo que nos lleva más allá del sometimiento al sexo opuesto. Significa conducirnos a la verdadera y ansiada igualdad de género.

El empoderamiento femenino es el proceso íntimo que ha de realizar cada mujer para alcanzar el control de su vida. Es la toma de poder de todos los aspectos integrales como ser humano –emocional, mental, físico y espiritual– para equilibrar sus acciones de vida, las cuales la lleven a completar su autonomía y realización personal basadas en sus valores femeninos. 

Es el poder de responsabilizarse de su vida, sus actos; de sus errores y aciertos. Es el absoluto poder de amarse como ser humano independientemente de no ser perfecta, es el poder de entender la condición femenina sin cuestionamientos.

Consiste en sincerarnos –con nosotras mismas y los demás– sobre quiénes somos realmente; lo que queremos y lo que no queremos en nuestra vida. Es una situación bastante simple en teoría, pero muy complicada para ponerla en práctica, dada la presión social que existe sobre las mujeres. 

El empoderamiento femenino es el gran acto responsable que cada mujer decide individualmente en su vida para luego aplicar el cambio en la conciencia de otras mujeres. 

Cuando una mujer cambia el tedioso hábito de “ser” por el de “hacer”, el proceso de empoderamiento comienza y el cambio se manifiesta en el hecho de aceptarse, quererse, respetarse y desarrollarse en todos los espacios de nuestra feminidad.