¿Cómo ganar autoridad con los hijos?
Los hijos deben ser educados con amor, respeto y ser castigados cuando sea necesario, pero sin gritos.
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“Mis hijos hacen lo que quieren”, “No me obedecen”. Estas frases son del todo comunes en padres que no supieron educar a sus hijos y menos poner límites, ya sea por temor o porque nadie los orientó cómo hacerlo.
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“Muchos padres huyen ante esta responsabilidad. Algunos asumen que los hijos se pueden educar solos y otros temen corregirlos y delegan esa labor a la madre o algún familiar. Grave error”, explica Luis Flores Montes, consultor y expositor en temas de familia.
“Eso trae como consecuencia el desprecio y rechazo a la autoridad de los padres”, advierte.
NO SE DEBE GRITAR
Para el especialista, los papás tienen miedo al repudio del hijo cuando los castigan o corrigen, pues tienen temor a que llore y les diga: “mamá, eres mala”, o el popular “nunca más te voy a querer”, entre otras respuestas manipuladoras.
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“Si es pequeño y no quiere hacer caso, dile con voz baja, pero firme y con cara de enojo: si no vienes, me voy a enojar más contigo. Una autoridad sin gritos y con seguridad, hará que nos haga caso”, dice.
PERDER AUTORIDAD
Para recuperar la autoridad, Flores aconseja asumir el rol como padres y corregirlos a tiempo. Solo así los hijos harán lo correcto, tendrán un carácter preparado y no serán llevados de las narices por cualquier persona, vicio o tendencia. “Hay que enseñarles hoy y prepararlos para el mañana. Así podrán enfrentar grandes retos. Recuerden, padres sin autoridad crean hijos fracasados”, advierte.
NO DESAUTORIZAR A LA PAREJA DELANTE DE LOS HIJOS
¿Cuántas veces le has dicho a tu hijo que se olvide del castigo que le dio su papá porque tú lo perdonas? Eso es desautorizar a tu pareja y afecta no solo a tu engreído, sino también a tu relación.
Para ello debes ponerte de acuerdo con el padre para establecer las reglas y hacerlas cumplir. De lo contrario, tu pequeño se sentirá confundido e inseguro. Es más, se empezará a acercar más a la mamá, que lo libera de los castigos. Y, peor aún, aprenderá a mentir y manipular.
“La firmeza con la que se debe hablar deriva de la decisión de querer que el hijo sea mejor y aprenda a cumplir. Quien aprende a obedecer, aprende luego a mandar, entonces enséñale desde ahora a respetar y acatar”, aconseja el consultor Flores.
