El Popular y sus 30 años: conoce al periodista más antiguo del diario

Por Giancarlo Ramírez/@gianrafloUn día como hoy, el diario El Popular vio la luz en los quioscos del Perú. Eran días de intensa convulsión social y en plena violencia de la barbarie terrorista. No era fácil. Uno de los periodistas que colaboró con aquella primera edición, el primer tabloide del Perú a full color, a 16 páginas, un producto del pueblo para el pueblo, aún permanece en la sala de redacción como un testigo privilegiado de la historia del país que nunca deja de sorprender.

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Por Giancarlo Ramírez/ @gianraflo Un día como hoy, el diario El Popular vio la luz en los quioscos del Perú. Eran días de intensa convulsión social y en plena violencia de la barbarie terrorista. No era fácil. Uno de los periodistas que colaboró con aquella primera edición, el primer tabloide del Perú a full color, a 16 páginas, un producto del pueblo para el pueblo, aún permanece en la sala de redacción como un testigo privilegiado de la historia del país que nunca deja de sorprender.

Leonardo Romero es de Cusco, tiene 60 años y anda de acá para allá en este cuadrilátero reinado por computadoras, algo de papel, televisores y cables de teléfono e Internet, los cuales lo conectan con el mundo.  El hombre mayor sabe que la acción empieza un poco pasada las cinco de la tarde, pero hace treinta años esta zona de confort era un loquerío.

Sonríe y se mueve en el ring de prensa como un lince, husmeando y tratando de tener control en el descontrol. Todavía las aguas están mansas.

El 16 de setiembre de 1984, él y otros colegas de la vieja guardia del periodismo local batallaban contra el tiempo para publicar la edición número uno de El Popular.  A la cabeza estaba el mítico Guillermo Thorndike.

Romero, que antes se acercó al periodismo como chofer durante siete años en Epensa, recuerda aquél primer número con cierto brillo en los ojos, rebuscando el pasado.  

“Los primeros días del cierre del periódico, que era toda una novedad sacar un diario a todo color, había mucho trabajo, sobre todo, había gente que no sabía mucho de la separación de colores, y había mucho personal experimentado, muchos buenos periodistas en esa época”, dice.  “Yo aquí aprendí a lo que es la coordinación de un periódico, porque yo vine a otro cargo. Pero gracias a un amigo, que era señor Lagos, que era el coordinador general, me enseñó todos los trucos de la coordinación. El coordinador era la columna vertebral de un periódico y era un personal operativo”.

EL PRESENTE, LOS SITIOS WEB

La llegada ahora de las nuevas tecnologías, indica, fue un terremoto para la época, y considera que prácticamente reemplazó muchas actividades del hombre de prensa.  No tiene resentimiento por ello.

“El trabajo de ser humano es poco. La máquina ha quitado el  70% por ciento de la mano de obra. Antes el periodista se dedicaba a escribir. Ahora el periodista es diseñador y hace de todo un poco. Ahora la máquina tiene todo a la mano”, precisa.

Romero sabe también que los tiempos en que las máquinas Olivetti y el golpe rudo sobre las teclas eran “una verdadera sinfonía” ya son parte de los registros de la memoria. El presente, lo que él llama futuro, está en el Internet.

“Se pueden hacer cosas fabulosas con la tecnología. El periódico antes se hacía en cuatro horas. Ahora se hace en diez minutos. Las páginas web (de El Popular.pe) va a ser el periódico del futuro. La verdad, me quedo sorprendido con el avance de la tecnología. Pero así es la vida, pues, todo tiene su final”.

DETENGAN LAS ROTATIVAS

Tiene muchas anécdotas que contar y las sabes al detalle. Una vez, por ejemplo, llegó una noticia de último minuto, cuando los últimos minutos tenían verdadero valor y sentido. Sin jefe que lo supervisara, puso el pecho y cambió la mentada portada. Le pudo haber costado el empleo.

“Yo me acuerdo que en el 1985 secuestraron al corredor de autos Hebert Scavino (Jokel) y la noticia llegó tarde. El director y los editores ya se habían retirado y yo me quedé solo en la redacción de casualidad, y me arriesgo a hacer el cambio. Consulté con Oscar Cuya, que en ese tiempo era editor de La República, para que me ayude, porque yo no sabía redactar y titular, y se hizo el cambio, porque la noticia iba a ser portada de todos los periódicos de la época”, rememora. “Y desde allí me gustó el periodismo y trabajar con ahínco”.

Como todo buen periodista, no estuvo con su familia varias noches en varios años durante Navidad y Año Nuevo por amor a su trabajo. Lo dejó todo adentro.

CASI FRITO

“Romerito”, como le llaman varios jóvenes colegas del diario, jamás olvidará los años de violencia atroz, sobre todo porque vio la muerte de cerca, en forma de balas y metralletas.

“Una vez estábamos yendo a nuestros hogares a esos de las tres o cuatro de la madrugada en un Volkswagen, y no sé por qué razón y sentimos que unas balas pasaban por encima del carro por la avenida Paseo de la República. Éramos como cinco personas y nosotros dijimos: ‘Ya acá quedamos’. Menos mal el chofer paró”, cuenta el cusqueño.

“Nos habían disparado el ejército porque había todo de queda. Nosotros teníamos salvoconducto, menos mal. Ellos dispararon solo para que el auto se detuviera, no a matar, sino ya estaríamos fritos”, recuerda con algo de lejano miedo.

AÚN TIENE SUEÑOS

Este año, el coordinador El Popular abandonará su labor de tres décadas para tomarse un descanso, sin posible retorno. “A los jóvenes periodistas les digo que no pierdan la vanguardia de seguir investigando, de traer buenas noticias… El periodista tiene que seguir un camino para escalar puestos. Tiene que ser editor, jefe de un área…”, sugiere.

Dice que gracias a esta profesión se lo debe todo en la vida: “Haber trabajo 30 años en El Popular es una alegría y una satisfacción que le manda a mí y a mi familia. Gracias a trabajar acá, he educado a mis hijos, que ya son profesionales y tengo una familia constituida”.

Su legado a los nuevos colegas, a quienes les da consejos de sabio, va con melodías de advertencia. “Leer, ser consecuente y amar a su profesión. A veces las notas las bajan por Internet y las voltean y tienen que voltearlo bien también (sonríe y mira con cierta complicidad al entrevistador).  El periodista se hace. Hay periodistas que son natos pero allí se quedan, ¿no?”.

Una vez alejado de este cuadrilátero, Romero piensa dedicarse a los negocios o a aprender más sobre diseño y el mundo de colorimetría.

Está dispuesto a graficar otros sueños, se entiende.

LAS FRASES

“Antes el periodista venía con un libro bajo el brazo. Los mejores periodistas que he conocido eran autodidactas, que ya no se ven ahora. Será por la tecnología…”.

“Siempre me acordaré del fundador, Gustavo Mohme-Llona, que para mí fue un señor de señores. Ha sido y es el mejor ser humano que he conocido en mi vida”.

AGRADECIMIENTOS

“Les agradezco de todo corazón a los ejecutivos del Grupo La República, que encabeza Gustavo Mohme Seminario y sus hermanos, por la oportunidad que me dieron durante 30 años. También agradezco a José Samanez y a todos. Ojalá que sigan 30 años más”.

SOBRE EL AUTOR:

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