Mónica Cabrejos: Día Internacional de la Mujer

Ser mujer a veces duele. Nadie nos entrena para enfrentar tamaño desafío, necesitamos mucho coraje y conciencia plena de nuestra feminidad para alcanzar la plenitud.

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Siempre existirán situaciones en las que no sabremos cómo afrontar el hecho de ser mujeres, por ejemplo, cuando perdemos un ser querido, lidiar con los hijos adolescentes, lamenopausia, la jubilación, un divorcio, un corazón roto, un aborto natural, sufrir violencia, discriminación o cuando la impotencia nos invade al escuchar a algún faltoso que nos acosa en la calle a plena luz del día y no podemos hacer nada.

Como dije líneas arriba, duele y también jode. Lo ideal para nosotras es asumir que no debemos vivir deseosas de aprobación, tampoco debemos satisfacer a los demás a través de la sumisión, la obediencia y el desempeño de exigencias asignadas, prejuiciosas y nocivas para nuestro bienestar.

Cada uno de los roles que desempeñemos en diferentes etapas de nuestra vida nos darán la experiencia y nos convertirán en expertas al manejar nuestra feminidad. Lograr conciliar la vida personal, laboral y social es el equilibrio de vida que toda mujer anhela así como vivir sin culpas, remordimientosnicargosdeconciencia por desarrollarnos más allá del espacio familiar.

Las pautas sociales que han predominado por décadas han sido impuestas por criterios diseñados por varones como la religión, la política, las leyes, la economía y hasta la sexualidad femenina vista desde la óptica masculina –por muy profesional y cabal que sea- jamás se acercará a nuestras verdaderas necesidades.

Por eso, es importante que cada una desde nuestro lugar luchemos cada día -sin victimizarnos– y transformemos cualquier adversidad en oportunidad para continuar conquistando espacios antes reservados exclusivamente para varones.

Entonces surge la pregunta clave, ¿cómo conseguir la fuerza suficiente para esta lucha constante? Ámate, ama ser mujer y acepta tu feminidad en su total dimensión. No se trata de intentar ser como ellos, por el contrario, se trata de buscar el complemento, hallar a un compañero idóneono para someterlo a nuestra voluntad sino para descansar mutuamente.

Al aceptar nuestra verdadera esencia femenina, todo será más sencillo. Pues si aceptas con orgullo–y no con resignación- tu ser, podrás reconocer y cambiar aquellas cosas que no te gustan.

Somos mujeres y somos fuertes, así es nuestra naturaleza. Ser mujer es sinónimo de lucha, fortaleza, amor, temple y voluntad. Que nadie nos convenza que valemos menos de nuestra valía real. Esta columna está dedicada a todas las mujeres que han decidido vivir a plenitud.

Feliz Día Internacional de la Mujer, mis estimadas lectoras.