Ley del servicio civil

En varias ciudades del país, hoy el tráfico va a estar insoportable. Trabajadores estatales saldrán a la calle a protestar por la aprobación de la ley del servicio civil. Para ellos, esta norma es un truco para justificar despidos masivos. No creen que va a fomentar la meritocracia, sino que la utilizarán para colocar a “gente allegada al partido de gobierno”, mientras otros se van a la calle. Y, bien se sabe, la calle está dura.

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En varias ciudades del país, hoy el tráfico va a estar insoportable. Trabajadores estatales saldrán a la calle a protestar por la aprobación de la ley del servicio civil. Para ellos, esta norma es un truco para justificar despidos masivos. No creen que va a fomentar la meritocracia, sino que la utilizarán para colocar a “gente allegada al partido de gobierno”, mientras otros se van a la calle. Y, bien se sabe, la calle está dura.

El tío Guaracha sabe de esto. En los 90 fue uno de los despedidos arbitrariamente por las leyes que sacó Fujimori. “Luchito, esto me suena a película repetida, todos saben cuál será el final. Los empresarios siempre ponen sus condiciones. ¿Acaso no es repetitivo eso de reducir el aparato estatal? Siempre lo hacen con el cuento de las reformas del Estado. Por eso prefiero seguir haciendo taxi, soy mi jefe y mis horarios solo dependen de mí”, dice el tío que le subió el volumen a la radio y dejó escuchar: “Te odio y te quiero”.

Pero no se iba a calmar. Pese a que los defensores de esta nueva ley dicen que es positiva y que ahora todos tendrán la posibilidad de un ascenso en las entidades públicas donde trabajan.

“No creo eso, Luchito. La firme, es el gobierno el que elige a los principales funcionarios. Ellos son los que toman las decisiones, los que se corrompen, los que hacen los malos manejos. Los trabajadores solo cumplen órdenes. ¿Tú crees que el próximo que entre a gobernar, no va a poner a su gente en sitios estratégicos? La pita siempre se rompe por el lado más débil”, me dice el tío.

Comentarios como el suyo los he venido oyendo por la radio cada vez que entrevistan a los trabajadores que protestan. En algunas ciudades, se han cortado los brazos para escribir con su propia sangre las pancartas en contra de la medida. En otros lugares, se han enterrado en el suelo hasta el cuello y se han crucificado. El Congreso, sin embargo, la aprobó por mayoría, pero con una ventaja corta.

El congresista Lescano ha dicho que demandará la ley por anticonstitucional, mientras que el canciller Jiménez ha rechazado que se vengan despidos en masa. ¿Hecha la ley, hecha la trampa?

Eso temen en las entidades públicas, pues dicen que los despidos estarán justificados por el ingreso de tecnología y no habrá acuerdos colectivos. Espero que el presidente sepa lo que está haciendo cuando decida promulgarla.

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