Sabel Evangelista: la verdad tras su crimen

“¡Desgraciada, maldita, cínica… no tienes sangre en la cara!”, grita una y otra vez doña Juliana. Su voz se entrecorta. Su mirada se carga de rabia. Han pasado seis meses del crimen de su hermano y su frustración crece segundo a segundo. “¡Te lo juro, no voy a parar hasta verte en la cárcel!”.

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Acela Coronel, principal sospechosa del crimen de su esposo Sabel Evangelista
Acela Coronel, principal sospechosa del crimen de su esposo Sabel Evangelista

Erwin Valenzuela“¡Desgraciada, maldita, cínica… no tienes sangre en la cara!”, grita una y otra vez doña Juliana. Su voz se entrecorta. Su mirada se carga de rabia. Han pasado seis meses del crimen de su hermano y su frustración crece segundo a segundo. “¡Te lo juro, no voy a parar hasta verte en la cárcel!”.Su cuñada Acela Coronel Reátegui (52) aceptó ante la policía que le pagó a los sicarios que el último 21 de mayo asesinaron de tres balazos, uno de ellos en la cabeza, a su esposo Sabel Evangelista Depaz (48), director del colegio privado María Montessori de San Juan de Lurigancho.LEA TAMBIÉN: Sabel Evangelista: esposa de director asesinado declaró 8 horas en la DivincriAcela le puso precio a la vida del padre de sus cuatro hijos y entregó 30 de los 120 mil soles del macabro pacto. Pese a su confesión, ella sigue libre, administrando la millonaria herencia, mientras doña Juliana se ha prometido luchar por justicia: “Vas a  llorar sangre gota por gota”.DE LA EXTORSIÓN A LA CODICIA“Dios mío, no hay seguridad en ningún lado”, lamentaba una vecina mientras Sabel agonizaba en su camioneta Hyundai B5F-072. Cuando se perpetró el homicidio, se creyó que el director fue víctima de los extorsionadores. No era descabellado. Solo en dicho distrito se habían registrado en lo que iba del año 30 denuncias por estas amenazas en colegios. Dos vigilantes habían sido acribillados en la puerta de un plantel y las cartas con balas o granadas se hacían comunes.La policía dudaba. Solo unos días antes Evangelista negó ante la policía ser extorsionado. Se investigó el círculo familiar. Sabel había denunciado a dos de sus hijos por violencia familiar y maltrato psicológico. Se supo entonces que estaba separado de su esposa hace nueve años y el divorcio, con disputa de bienes de por medio, estaba por concretarse.PAREJA EN FUNERALEl día del velorio, Yenny Rodríguez Dávila, ex profesora del plantel, intentó despedirse del hombre con quien convivía hace cinco años. No la dejaron. “¡Eres la amante, largo!”, vociferaban allegados a Acela. Yenny, entre lágrimas, haría una pregunta clave. “¿Quién es la principal beneficiada con la muerte?”HABLA EL SICARIO“Pierol me dijo que había un dinero por matar al profesor, me dio la fotografía y la dirección. Llegué, me escondí y me dirigí a su camioneta.  Me acerqué y le disparé”, detalló el sicario Walter Tirado Huerta (19) “Pancho” en la reconstrucción del crimen, el 20 de octubre. Por el trabajito, contó, recibió dos mil dólares. No actuó solo. Lo acompañaban Pierol Montalbán Lázaro “Pierol” y “Loco Darwin”. El primero de ellos resultó ser el nexo con la viuda.   CODICIA MORTALLa fortuna de Sabel se convirtió en su boleto a la muerte. Había fundado hace dos décadas el colegio y tenía otras propiedades. Según las denuncias policial y de la Sexta Fiscalía Mixta de San Juan de Lurigancho, la esposa del director quería apoderarse de estos bienes.  No existe crimen perfecto y el plan que urdió Acela tampoco lo era. “Niego estas versiones, me siento indignada”, respondió la viuda cuando las miradas apuntaron hacia ella. Sin embargo, una de sus hijas, Ruth Magdalena (31), la delataría. Ruth le contó a la policía que halló una carta dirigida a su madre y a su tía María Silvia Quintana con un chip, un número celular y el mensaje: “Último aviso. Urgente”.También que su madre recibió una llamada de un sujeto exigiéndole S/.80 mil por un encargo. Acela le ocultó esto a las autoridades. En cambio, le reveló a su hija que, tras descubrir una infidelidad, había contratado gente del penal de Lurigancho para seguir a su esposo y “dejarlo en silla de ruedas”, pero no lo pudo hacer porque él siempre estaba acompañado.  La policía la interrogó otra vez. La viuda no pudo más. Se sintió acorralada y lo confesó todo. Desde cómo contactó a “Pierol” hasta cómo usó a su cuñada María Silvia para entregar S/.30 mil en dos partes. Su suerte está echada. La fiscalía la denunció como autora intelectual del crimen y a María Silvia como cómplice. Les esperaría una condena de 35 años de cárcel.  Hoy, Acela y María Silvia caminan libres. Su destino se decidirá este 17 de diciembre, fecha de la audiencia de prisión preventiva. Mientras tanto, doña Juliana sigue lamentando el día en que su hermano conoció a quien se convertiría en su esposa y en la autora de su sangriento final.

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