Mónica Cabrejos: Un negocio llamado raje

Mónica Cabrejos escribe sobre uno de los deportes favoritos de las personas: ser chismoso.

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El chisme nunca morirá en el mundo del espectáculo
El chisme nunca morirá en el mundo del espectáculo

En nuestra televisión existen programas dedicados solo al raje chismoso, pues hace mucho dejó de hacerse verdadero periodismo de espectáculos. Ahora es puro chisme de peluquería.

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Estos programas subsisten con la aparición de personajes que viven literalmente de hablar mal de sus supuestos enemigos. 

Sí, amable lectora, leyó bien. Viven del raje, de decir pestes y destrozar honras ajenas que para el fin no importa.

El negocio del raje empieza con detectar una rivalidad con alguien que supuestamente se metió en una relación. Mejor si se trata de la hermana o la mejor amiga. 

Se elige un programa para darle la exclusiva y si el rating sube... 

¡Bingo!, encontraste una mina de oro para vivir los próximos meses. 

Los programas del canal de la competencia te empiezan a requerir y es cuando se inicia lo bueno, pues tu historia tiene un precio y los auspicios llegan solos. 

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La exposición mediática, además del dinerito de los auspicios y banners, genera que te pongas en vitrina y los contratos suculentos aparecen para la protagonista de la supuesta novela. 

Animaciones en provincias, donde pagan hasta mil quinientos dólares por media hora, contratos de imagen de marca por un año que no exigen más que una sesión de fotos y pagan hasta cinco mil dólares. 

Negociazo redondo, pues ganan los programas de televisión donde las historias de novela testimonial dan rating.

Ganan los presentadores y productores, pues tienen sueldo fijo seguro; gana la protagonista del dolor, pues convierte su drama personal en dinerito. 

Se compra casa, carro y se vuelve popular. Crecen sus seguidores y se hace llamar animadora, actriz o cantante. Un negocio rentable para todos, menos para la víctima del infortunado chisme.

Ahora se entiende por qué la Tarazona y Milena siguen sufriendo. No es amor al chancho sino al chicharrón. on tanta platita de por medio, sigue usted creyendo en el cuento que le cuentan.

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