Es una tarea de todos

muchacalle.elpopular@gmail.comLa tragedia a veces suele estar a la vuelta de la esquina. Uno puede salir de su casa y no volver a ver a sus familiares. Eso le pasó la noche del sábado a muchas personas en Paruro, Cusco. Un fuerte sismo de 5.1 grados remeció esa ciudad y trajo desgracia a ese pueblo en el sur del Perú.

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La tragedia a veces suele estar a la vuelta de la esquina. Uno puede salir de su casa y no volver a ver a sus familiares. Eso le pasó la noche del sábado a muchas personas en Paruro, Cusco. Un fuerte sismo de 5.1 grados remeció esa ciudad y trajo desgracia a ese pueblo en el sur del Perú.

Parece mentira, pero la naturaleza a veces nos traiciona. No nos da tiempo para escapar cuando ocurre sobre todo de noche. Muchos murieron aplastados, mientras empezaban a conciliar el sueño.

Una pena el dramatismo de muchos, que con sus pequeños hijos en brazos, buscan un refugio después de haberlo perdido todo. Menos mal, la ayuda del Gobierno ha llegado de inmediato, pero nadie les va a devolver la vida de sus seres queridos.

Esta nueva tragedia vuelve a poner en el tapete el tema de la prevención. Es cierto que con la naturaleza a veces no se puede, pero debemos poner en práctica todo aquello que nos dicen en los simulacros. Hemos hecho hincapié que muchas personas no respetan las señales y órdenes dispuestas por Defensa Civil para afrontar un desastre natural a la hora de la verdad. Creo que en eso todos debemos colaborar.

En nuestro país falta más educación en este aspecto. En Chile y Japón, por citar dos países con realidades distintas pero muy afectados por fuertes sismos, la prevención ha sido vital para afrontar terremotos.

Eso debemos aprender también aquí. Y lo vamos a seguir repitiendo hasta la saciedad. Participemos en los simulacros, sirven un montón a la hora en que la tierra empieza a temblar.

Las mochilas salvadoras con todo los implementos necesarios para afrontar estas desgracias deben estar a la mano en casa. Las zonas de seguridad deben conocerlas todos y tratar de afrontar ese momento con total tranquilidad.

Siempre recuerdo el último gran sismo en la capital, el ocurrido en agosto de 2007. El movimiento telúrico fue muy intenso, pues la gente corría despavorida por las calles. Nadie se detenía a pensar que por esa desesperación podía ser aplastado por una vieja pared.

Aquella vez vi caer pedazos de vidrios de los edificios y señoras desesperadas sin saber dónde ubicarse durante esta situación.

En los colegios, sí parece que se han ordenado un poco más. He visto a chicos saliendo ordenadamente ante el sonido de la sirena, sin aplastarse, tomando cada uno su sitio.

Esperemos que situaciones lamentables como las de Paruro nos sirvan de lección para recordar que estamos en un país altamente sísmico y la prevención debe ser fundamental para evitar una desgracia mayor.

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