La fe del pueblo

Empezó la Semana Santa y la gentita se golpea el pecho y va a misa. Ayer, Domingo de Ramos, recogí a varios pasajeros que iban a la iglesia con sus ramos de olivo para escuchar la palabra del Señor. “Por favor, una carrerita hasta Santo Domingo en el centro de Lima”, me pidió una viejita, que iba acompañada de sus sobrinos. “¿Y usted no va a misa?”, me preguntó la doña, que llevaba su rosario en las manos.

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Por: Luis Camino

Empezó la Semana Santa y la gentita se golpea el pecho y va a misa. Ayer, Domingo de Ramos, recogí a varios pasajeros que iban a la iglesia con sus ramos de olivo para escuchar la palabra del Señor. “Por favor, una carrerita hasta Santo Domingo en el centro de Lima”, me pidió una viejita, que iba acompañada de sus sobrinos. “¿Y usted no va a misa?”, me preguntó la doña, que llevaba su rosario en las manos.

Le respondí que sí, pero que lo hacía el Jueves Santo con toda la familia. Ese día dejo de hacer taxi y salgo a recorrer las siete iglesias. Es una costumbre que tengo desde chibolo, cuando mi mamá y mi hermano mayor me llevaban por todas las parroquias de mi ex barrio el Rímac. “Ah, qué bien. Si es así, usted se va a ir derechito al cielo”, me contestó.

No solo la señora me demostró que es una gran devota, también un caballero de treinta años. Es ingeniero, padre de un hijo y trabaja en el norte del país. Me contó que está de descanso esta semana y por eso vino a pasar los días santos con su familia.

“En el norte también se vive con intensidad la fe. El Perú es un país creyente, que le reza a todos los santos y cree en el Divino Redentor. Por eso quise ir a la misa de Domingo de Ramos en la Catedral. Entiendo que muchos prefieren ir a la playa pero con el de arriba hay que cumplir más en estas fechas”, me dijo.

Todos tienen un motivo para vivir con más o menos intensidad su fe. La joven que me tomó una carrerita del Centro de Lima a Miraflores, lo hace porque tiene que agradecer al Señor estar aún con vida este 2013.

“El año pasado sufrí un derrame cerebral a mediados de enero. Estuve en coma inducido una semana. En mi familia rezaron mucho a Papalindo y pude recobrar la salud”, me comenta Raquel, así se llama la muchacha. 

Dice que ha tardado en recuperarse, pero desde diciembre sale por su propia cuenta a la calle. Toma taxi para no tener ningún problema. Ella cuenta que en agradecimiento va a participar en los diferentes rituales por Semana Santa. “Antes ni me importaba porque era muy frívola. Creo que he vuelto a nacer. Soy otra y espero agradecer a Dios por siempre”, afirma.

Ya son cerca de las tres de la tarde e invandido por la fe de mis pasajeros, bajo un ratito del auto y voy a la iglesia de Santa Rosa de Lima a agradecerle por siempre acompañarme y prometerle seguir siendo un mejor cristiano en un mundo tan  venido a menos. Amén.  

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