Acantilado mortal

muchacalle.elpopular@gmail.comNo ha pasado ni un año y el alcalde de San Juan de Lurigancho recibe la noticia sobre la muerte de otro hijo. Esta vez, su menor hija.

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No ha pasado ni un año y el alcalde de San Juan de Lurigancho recibe la noticia sobre la muerte de otro hijo. Esta vez, su menor hija.

El accidente está bajo sospecha. Un carro deportivo que iba a toda velocidad, invade el carril contrario, derrapa y vuela al acantilado..

¿Por qué corría tanto? El chofer era un muchacho de 18 años, pareja de la jovencita,  gerente de una empresa de propiedad de su padre. ¿Le gustaba el vértigo de la velocidad? ¿O lo perseguían?

Lo cierto es que el muchachito manejaba un auto que costaba casi 60 mil dólares, vestía de marca y usaba hasta tarjetas doradas, según me cuentan los audaces periodistas de el Popular. 

Y esto es lo preocupante. Según escuché por la radio, el muchacho venía por la Costanera haciendo maniobras raras mientras pisaba el acelerador de su bólido.

La hipótesis de que huía de alguien aún no está descartada.

Sobre todo por la forma como murió en febrero el hijo de Carlos Burgos, acribillado a la salida de una discoteca. Un crimen que hasta ahora no ha sido resuelto.

¿Hay algo oscuro detrás de las nuevas muertes o fue una lamentable casualidad?

El papá del muchacho que también perdió la vida junto a la hija de Burgos, es un personaje conocido en San Juan de Lurigancho, mantuvo vínculos de negocios con la municipalidad de ese distrito y habría sido, en algún momento, del entorno del alcalde.

La empresa en que el muchacho era gerente se dedicaba a la venta de propiedades. No se puede decir que hay algo raro o ilegal en eso. Aunque se da en un distrito donde las denuncias de tráfico de terrenos siempre están a la orden del día. 

La mamá de Vanessa, como se llama la chica fallecida, culpaba al alcalde Burgos de todo. Le decía por celular que por llevarla a su campaña política, ella conoció al muchacho con el que empezó a salir. ¿La mamá sospecha de algo más? 

Se dijo que el muchacho fue a recoger a la chica a la Universidad Católica. Ella vive en Los Olivos y más fácil era llevarla a su casa, tomando ruta por la Universitaria. ¿Qué hacían entonces por la Costanera?

De hecho, van a levantarle el secreto de las comunicaciones a las dos víctimas para saber con quién se comunicaron en las últimas horas y por qué iban por la Costanera hacia el Callao. 

¿Era el muchacho de esos jovencitos que se vuelven locos al manejar y nada más? ¿A sus 18 años, tenía la suficiente experiencia para un auto deportivo? Todo se sabrá.

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